Jose Montoya
Opinión: De la represión a la opresión
Por: José Alberto Montoya/columnista
Sin duda desde que Ortega regresó al poder inaugura un sistema de violencia institucionalizada, beneficiándose de la buena imagen que había construido la Policía Nacional en la región. Si hay algo que destacar de Daniel y Rosario, es la persistencia que han tenido para alcanzar sus planes.
Consolidar el régimen sultánico tan característico de la pareja en el poder no fue un trabajo fácil, sin embargo, la corrupción de las instituciones y de sus aliados facilitó el alcance de dicho sistema. Si bien, previo al regreso de Ortega, las instituciones no contaban con verdadera independencia entre sí, hubo intentos importantes por construir un Estado de derecho que empezaba a caminar con la gestión del presidente Bolaños.
Arnoldo Alemán y Daniel Ortega encabezaron el derrumbe de la institucionalidad nicaragüense, como si de un juego - jenga se tratara; a punta de reformas constitucionales y electorales modificaron el Estado en beneficio de ambos hasta que se cayó cualquier pieza de democracia, terminando con la construcción del modelo autoritario en la que se enrumbó el país.
Una vez que el orteguismo se volvió el pan diario para la ciudadanía, las vulneraciones a los derechos humanos fueron cada vez más preocupantes, lo que terminó en las masacres de abril, mayo y junio del año 2018. Tomando en cuenta los antecedentes que vaticinaban el alcance que podía tener el régimen, como el caso de asesinato a los hijos de la Sra. Elea Valle.
Tácitamente se instala un Estado policial donde se le niega a la gente la sola idea de imaginarse otro modelo de poder donde no esté el caudillo. Durante el 2021 la oposición a pesar de la ausencia de garantías, se preparaba para enfrentar a la dictadura por medio de las urnas, en ese momento se pensó que lo peor fue el encarcelamiento de las y los precandidatos presidenciales y dirigencias políticas.
Al régimen no le bastó con la grave situación de salud y desnutrición en la que se encontraban las personas presas políticas que a diario eran víctimas de distintos tipos de torturas. Así lo detalla el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, en su más reciente informe sobre los 158 casos de torturas registradas a nivel nacional.
No es suficiente haber instalado un ambiente continuo de miedo y desesperanza, en la que no se puede opinar porque podés pasar meses de encierro, para ser deportado de tu propio país que más tarde ya no será tu país porque resulta que ya no tendrás nacionalidad.
El Gobierno de Reconciliación va más allá, le presenta al mundo un modelo de nación donde ya no se castiga únicamente por estar en oposición a la dictadura y a todo lo que representa, ya no, ahora se empezó a castigar a los que no solo están en contra sino también a los que no apoyan. El ser familiar de alguien también se convirtió en delito.
La única religión aceptada es la que le reza al caudillo; el único medio aceptado es el que hace propaganda; la única música aceptada es la que defiende la soberanía de no tener soberanía. Si hay un contrarrevolucionario que ha logrado desestabilizar la imagen del sandinismo es Daniel Ortega quien desde el poder y desde el control de la narrativa oficial no se contenta sólo con la represión, como buen heredero del fascimo utiliza la opresión como herramienta.