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Discapacidad visual no es límite para Francisco el joven isleño que emprendió en la dificultad

Por Lésber Quintero/ contacto@intertextualcr.com
Pese a su discapacidad visual, para el Isleño Francisco Antonio Hernández de 32 años, no existen límites. Sus sueños siempre van más allá de lo que podemos pensar.
Aunque en el 2016, se graduó en Diplomacia y Ciencias Políticas, el joven del municipio de Altagracia, Isla de Ometepe, ha optado por emprender su propio negocio dedicado a la elaboración de coloridas canastas de plástico.

"Las canastas han tenido muy buena aceptación y se comercializan en las comunidades de la Isla de Ometepe y a través de un restaurante de San Juan del Sur", relató a Intertextual. Cuenta que desde su nacimiento fue diagnosticado como no vidente, pero que su mamá tenía la esperanza de que mientras transcurririeran los años, él pudiera explorar el mundo con sus propios ojos.
Aunque los años no cambiaron el diagnóstico, Francisco comenzó poco a poco a desarrollar sus habilidades hasta ser independiente y pese a su discapacidad y limitaciones económicas de su mamá, apostó por los estudios, teniendo a su favor el sistema braille con el cual aprendió a leer y escribir.
"Desde niño siempre soñaba con estudiar algo que estuviera relacionado con la oratoria y fue así que opté por la carrera de Diplomacia y Ciencias Políticas", explicó. Recuerda que se graduó a los 26 años , pero que estaba claro que encontrar trabajo, después de egresar de la universidad no era nada fácil.
"Tras graduarme busqué trabajo durante seis meses, pero nunca encontré vacantes y regresé a la Isla Ometepe a dedicarme a la elaboración y venta de canastas, para crear mi propio empleo" detalló.
Contó que aprendió a elaborar canastas, portamaseteras y hamacas en el 2005 a la edad de 17 años, pero que desde los 13, tenía experiencia en manualidades.

"A medida que crecía, surgían necesidades personales y como iniciativa aprendí a elaborar pulseras para venderlas y comprar mis cosas e irme independizando y en el segundo semestre del 2005, un centro de rehabilitación de ciegos me enseñó junto a otro grupo de no videntes a fabricar canastas, hamacas y portamaseteras" detalló.
Pero según sus palabras, tras graduarse en el 2016 y no encontrar trabajo decidió aprovechar sus habilidades que adquirió en el centro de rehabilitación de Estelí, para emprender su negocio dedicado exclusivamente a la elaboración de canastas.
Al año siguiente de egresar de la universidad un proyecto entre las islas de Bainbridge y Ometepe, le abrieron las puertas y lo nombraron como coordinador de un programa dirigido a brindar atención a personas con necesidades especiales.
"El proyecto incluye capacitaciones en manejo de informática, manualidades, aprendizaje con el sistema braille, cursos de cocina, lenguaje de señas y a la vez apoyan en orientación, movilidad y útiles escolares", afirmó Francisco.
Además de colaborar con el proyecto y dedicarse a su negocio, Francisco también se ha visto atraído por la música y se ha propuesto aprender a tocar el órgano. Tampoco ha puesto un alto a sus estudios, ya que actualmente cursa una maestría en sociología para el desarrollo.
A la vez apuesta a fortalecer y ampliar su emprendimiento de elaboración y comercialización de canastas, gracias al apoyo de un proyecto que impulsó la estadounidense Katie Brugger.
El proyecto incluye a dos Isleños que también tienen discapacidad visual y una joven con espina bífida de una comunidad del municipio de Altagracia.
Según Francisco, el proyecto que inició en marzo les ha permitido perfeccionar sus habilidades y contar con financiamiento para la adquisición del plástico especial y los moldes que utilizan para la elaboración de las canastas.

"Esto nos ha cambiado la vida a los cuatro porque contamos con estas habilidades, incluso hemos aprendido la forma de comercialización y algunas ideas de como administrar pequeños negocios", refirió. Detalló que cada uno trabaja actualmente desde su propia casa y que entre los 4 elaboran entre 20 y 22 canastas, al mes.
"Son 5 diseños y según el tamaño los precios oscilan desde los 140 hasta 500 córdobas, siendo la extragrande la más cara y está diseñada para soportar entre 30 y 35 libras", explicó Hernández.
Con ayuda de familiares, ellos seleccionan los colores del perfil plástico que utilizan y compran en Managua y de acuerdo con Francisco para la elaboración de una canasta extragrande requieren de libra y media del plástico.
"La meta es crecer e ir poco a poco rompiendo barreras. Todo inicio cuesta, pero al avanzar e ir creciendo tendremos mejores beneficios" concluyó .