Ya están las campañas para las próximas elecciones generales del 2022 en Costa Rica, en las que el pueblo saldrá a elegir a sus autoridades, pero un echo sin precedente marca este sufragio, a 27 partidos políticos se les permitió inscribir candidatos a la presidencia.
Me asombro, pues vengo de Nicaragua un país donde la cultura política está marcada por el nepotismo, la corrupción, el caudillismo y las dictaduras, mas asombrado aún, cuando me enteré que según la última encuesta dada a conocer por el Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica, en diciembre del 2021, José María Figueres candidato del Partido Liberación Nacional (PLN), ha alcanzado un 17.2% del electorado, es decir más de 19 mil votos, mucho para un candidato que ha sido acusado por actos de corrupción durante su presidencia.
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Al igual que Figueres otros candidatos reflejan no contar con la preferencia de la ciudadanía, la misma encuesta señala que dentro de la oferta política hay candidatos que no logran llegar al 0.1% de Intención de votos, y que más del 50% de la población no muestra ningún deseo de salir a votar.
Una Intención que para mí se ve obstaculizada por la historia política de los mismos candidatos, es como si fueran Los mismos montados en diferentes toros, y entonces analizo el caso del señor Rolando Araya, actual candidato del Partido Costa Rica Junta, quien obcecado por no haber llegado ha ser el candidato en un partido migró a otro para nombrarse candidato aún sabiendo que no cuenta con la venia ciudadana.
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Araya no es el único migrante político, la candidata Natalia Díaz deambula entre su partido familiar Unidos Podemos y el Movimiento Libertario a quien representó como diputada, un puesto por el que sigue moviendo hilos para no abandonar, un interés compartido con Camilo Rodríguez de Renovación Costarricense, quien tiene claro que su objetivo no es la presidencia, si no un curul en la Asamblea, por lo que inteligentemente inscribió su doble candidatura.
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Igualmente Fabricio Alvarado, del Partido Nueva República afina maniobras para seguir la estrategia de Rodríguez y se postula a la presidencia esperando tener una diputación, una ventana electoral que puede asegurar la permanencia en la vida política de Oscar López de Accesibilidad sin inclusión, Rodolfo Piza de Nuestro Pueblo y Sergio Mena de nueva Generación.
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Todos personajes parecieran buscan seguir el camino de los eternos servidores públicos como, José María Villalta del partido Frente Amplio(Diputado, ex candidato a la presidencia), Lineth Saborío de la Unidad Social Cristiana (Vicepresidenta, diputada y ex ministra y directora del OIJ), Welmer Ramos del Partido Acción Ciudadana (asesor legislativo, ministro de Economía Industria y Comercio, presidente del Consejo Rector del Sistema Banca de Desarrollo y diputado).
Ante este triste panorama de perpetuidad política, me he cuestionado en varias ocasiones si este contexto es “democrático” o solo un vehículo que usan los partidos para sacar su cuota política, pues son los mismos rostros a los que los medios le dan relevancia, algunos de esos saben que no cuentan con la mínima oportunidad para obtener la presidencia, pero han sido astutos y astutas, han puesto su doble postulación, dejando en evidencia su sed de poder, pues de no llegar a la presidencia, saben que van a obtener un premio de consolación, una diputación.
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Con este recuento solo resalto el afán por poder de varios de estos y estas, que se han aprovechado de un sistema “democrático”, para saltar de partido en partido, fundar partidos a su gusto y antojo, repartirse arbitrariamente cuotas de poder, dejando como consecuencia un país polarizado, una sociedad fracturada, mientras ellos y ellas solo se sientan a ocupar sus diputaciones o esperar los desembolsos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
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Entonces me pregunto ¿es esta situación parte de la crisis económica que enfrenta Costa Rica? ¿se estará acercando una crisis sociopolítica? ¿puede permitirse Costa Rica tal despilfarro de dinero en las arcas públicas? ¿es una democracia o solamente corrupción política disfrazada?
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¿Puede alguien gobernar con solo un 17% de aprobación en la población? ¿Qué le pasa a los partidos que buscan solo llenar una diputación y no les interesa aspirar al gobierno? ¿es justo que la población se desgaste y polarice por las aspiraciones de unos pocos que solo piensan en ellos y ellas?
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Como extranjero, no debo ni puedo interferir en asuntos políticos del país que me ha dado protección, pero solo me queda una gran duda ¿Hay alguna diferencia entre la política corrupta de Nicaragua y la política maquillada en democracia de Costa Rica?.
