Está por comenzar la ,Semana Santa y muchas personas ya están planificando qué hacer en estos días. En mi casa se respira vacaciones, este viernes 08 de abril, mis dos hijos e hija inician días de esparcimiento, con dormidas más tarde, escuchar música, más tiempo para ser ellos mismos. Yo les digo: Vida para que fuera eterna; porque regresan a sus actividades escolares el 19 de abril, según ordenes del Ministerio de Educación.
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Se acercan los días para dejar las rutinas diarias a un lado y darnos un chance de ser y estar en paz en compañía de la familia, hacer una sopita de queso o de pescado por la temporada, para vivir la tradición culinaria de la semana mayor.
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Muchas familias, ocupan sus días para conmemorar la ,Pasión de Cristo, es decir, la última cena de Jesús con sus discípulos, el viacrucis, la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. También hay quienes aprovechan y miran las famosas películas que nos recuerda la entrega de Jesús por ,Judas Iscariote el “apóstol traidor” a las autoridades judías, para ser crucificado por la salvación de los hombres. Para conocer esas historias bíblicas, ver las películas clásicas de cuaresma pueden ser una buena opción.
Recordar para volver a vivir
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En aquellos tiempos que yo apenas era una chiquilla, me bañaba bien temprano para deleitarme viendo desde muy temprano películas como: ,Ben Hur superproducción de 1959; Jesús de Nazareth (1977); Los Diez Mandamientos (1956); menciono estas películas porque son mis favoritas. Hace algunos 15 años no había redes sociales, distractores de las nuevas generaciones; entonces ver películas en la semana mayor era una de las rutinas más emocionante para hacer en casa, más cuando no había salidita al río o la playa para apaciguar el calor del verano.
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Estos días, me recuerda mi infancia, los paseos improvisados, la familia de parte de papá y mamá, con los que viví mi infancia, mis más gratos recuerdos.
Era emocionante cuando de repente escuchábamos planificar la salida al mar o río cercano al pueblo en mi Camoapa. Como chavala la desesperación invadía mi cuerpo, quiera que fuera rápido el día del viaje, jajaja hasta me dormía temprano para que el tiempo volará.
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La Semana Santa para mi familia era muy alegre yo lo miraba así, nos íbamos con las abuelitas, tías, tíos primos, primas a bañar a algún lugar de Nicaragua. Salíamos de madrugada para sacarle el jugo al día, nuestro trasporte en muchos paseos fue abordo de un camión grande que mi papá manejaba. El viaje era alegre en ese camión, el ruido de su motor era una música donde podía cambiar al interprete, la imaginación se posaba en mi humanidad, me encantaba andar en ese camión.
Puedo a través de mis recursos ver a mis dos hermanos alegres, presurosos, tratando de ver desde lejos si se mira el agua de la playa que les comunicará que ya estábamos cerca de nuestro destino. La algarabía, el ajetreo todo desde alistar ropa cómoda para llevar, las cremas, las toallas, y lo más importante “la comidita” y bebidas, para no gastar mucho en restaurantes, si acaso íbamos.
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En uno de los viajes recuerdo a mi papá diciendo: “Llegamos, bajen con cuidado ayúdale a tu mamá”; se parquea en un lugar seguro y nos bajamos todos y todas, mi mamá agarra de las manos a los niños, mis dos hermanos, yo les sigo. Vamos corriendo como un sediento en el desierto; la arena quema los pies, el agua está a pocos pasos, llegamos listos con ropa de baño para no perder tiempo, “somos felices” dice mi hermano menor.
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Para la niñez las promesas son muy importantes y cumplirles el deseo de salir a un paseo sano en familia, para aprovechar las vacaciones son momentos que no se olvidan con facilidad lo digo por experiencia. La Semana Santa de mis recuerdos, son sin equivocación los más felices de mi niñez.
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Se dice que “necesitamos compartir en familia para potenciar y desarrollar nuestras habilidades para socializar y para crear vínculos indelebles con los demás,” confirmo esa aseveración y la declaro como una herencia.
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Muchas familias ven estos días propicios para estar en casa, así evitar accidente en las carretas y es muy bueno, definitivamente los tiempos han cambiado y hay más peligro que antes. Pero mi familia sus vacaciones las vivió feliz, siempre que pudimos compartirlo con un agradable paseo. Aclaro no siempre salíamos, había vacaciones de películas como lo dije al inició y fue espectacular también pasarlo en casa.
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En los balnearios solíamos estar en el agua, mucho tiempo, solo salíamos a comer reposar un rato y de regreso al agua. Yo fingía nadar, aún no puedo; pero se puede disfrutar del agua sin saber nadar, la clave es ser precavido-a.
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La familia grandes y pequeños jugábamos juntos, usábamos neumáticos para flotar. Valía mil veces la pena estar ahí alejados del ruido de la ciudad para solo oír el ruido de las olas cuando llegaban a la orilla puedo sentir las revolcadas que nos daban las olas en solo la orilla, que me hacían tragar agua salada y a veces dulce, siempre fue lo máximo para mí, mis hermanos primas y primos.
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Mi conciencia nunca me hizo pensar en peligro; nuestra tribu familiar fue siempre muy protectora, atentos uno del otro, gracias a Dios nunca paso algo que empañara nuestro disfrute de vacaciones y nos sentíamos seguros.
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Al escribir este relato logró escuchar las voces de mis tíos varones bromear, las risas contagiosas de uno en especial a quien esperamos poder ver nuevamente y escuchar sus carcajadas resonar. Sin muchos detalles que contar por ahora, puedo decir que muero por que llegue el día de reencontrarnos como familia para emprender otro viaje de esos sabrosos que solemos vivir para construir más historias.
