Basura, instalación de bombas de riego, despale y falta de amor por los recursos hídricos están provocando la agonía del río La Flor, considerado el más grande de Carazo

A pocos días de haberse celebrado el día mundial del agua, habitantes de la rivera del río La Flor, considerado el más grande del departamento de Carazo, se encuentran preocupados al ver la agonía del mismo.El populoso río pertenece a la ciudad de Diriamba y está ubicado a 32 kilómetros del centro de la ciudad, por décadas ha sido una fuente de apoyo para los lugareños, quienes al no tener agua potable constantemente suelen lavar sus ropas en el lugar.
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Pese a que por muchos años han intentado mantener su caudal, todo ha sido casi imposible, debido al alto grado de contaminación de parte de visitantes y habitantes de la misma comunidad, a ésto se le suma el despale indiscriminado y la instalación de al menos tres bombas de riegos.
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Según don Alejandro Murillo, quien se encontraba lavando su ropa debajo del puente del río, la problemática la han denunciado ante las autoridades municipales desde hace años, pero que ven como una misión imposible el recuperar el caudal del río.
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“Da tristeza venir, cada día hay más estrechos de tierra que de agua, los dueños de las empresas meloneras y de cañales cuentan con permisos de las autoridades para que estén sacando el agua del río por medio de bombas, los dueños de las fincas están cortando los árboles para luego vender la leña y por si fuera poco viene la gente para la Semana Santa y dejan el río peor, lleno de basura y aquí nadie dice nada”, dijo Murillo un poco molesto.

También declaró que mientras no exista el amor por los recursos hídricos naturales los ríos, lagos y lagunas irán desapareciendo poco a poco “y los que más sufrimos somos los que nos servimos de los ríos, aquí en esta comunidad el agua potable viene a las tuberías una vez por semana, por lo que todos llenamos solo para tomar y cocinar, para lavar la ropa y otras cosas utilizamos el río”, alegó Murillo.
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ToggleBasureros clandestinos y heces de animales, son un problema
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Dos basureros clandestinos cerca del río están ocasionando que los desechos más livianos terminen sobre éste, quedando estancada en la parte baja, en el lugar conocido como el estero, provocando que emanen malos olores y se reproduzcan las moscas.
A medida que el caudal del río La Flor se arrala, sobresalen más las partes áridas, problemática que está causando que muchos ganaderos aledaños a la comunidad lleven a sus ganados a tomar agua del río, animales que hacen sus necesidades fisiológicas dentro y fuera del mismo.
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Para la señora Herlinda Moncada quien ha vivido más de 50 años frente al río, la situación es bien difícil, ya que nadie está cuidándolo y más bien están ayudando a que poco a poco deje de existir.
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“No es ni la mitad de lo que yo conocí, este río era bien caudaloso, limpio, daba gusto ir a lavar la ropa, ahora es una cochinada, agua revuelta con orines y excremento de vacas, perros y cerdos, como ahora hay más espacios la gente deja que los animales anden sueltos por el río, ésto también es parte de la contaminación”, añadió doña Herlinda.
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Pese a los llamados de urgencias que se han realizado a las autoridades municipales, los camiones recolectores de basuras siguen ausentes, así como las organizaciones como Marena e Inafor.
La indiferencia ayuda a la agonía
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A pesar que este afluente de agua es la clave para una población de al menos 118,000 personas, la indiferencia de los mismos para querer sanear el río es evidente, sin imaginarse que a un mediano plazo no verán más correr agua por su cauce.
Muchas de las campañas de limpieza han sido fallidas, debido a la falta de apoyo y mano de obra que ayuden a recolectar la basura de la cuenca del río, así como la incesante lucha por la desinstalación de las bombas de riego, pues pobladores indican que ante la gran cantidad de dinero de por medio están cruzados de brazos.
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Por si fuera poco, el exceso de basura y aguas negras provenientes de las ciudades de Jinotepe, Dolores y Diriamba, están provocando la contaminación del río y su poco caudal.
El jinotepino Donaldo Ayala, indica que por años se ha dedicado a reforestar la ribera del río El Bosque, sin embargo, mira falta de conciencia tanto en la población como en las autoridades, debido a que las aguas negras del hospital escuela Regional Santiago de Jinotepe van directo a la quebrada.
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“Por mucho que luchemos por nuestro río, para sanarlo se necesita de querer hacerlo, de amor y sobre todo de conciencia, aquí vienen a caer las aguas negras, la misma población viene a botar la basura aquí y como nadie dice nada, la basura se acumula y cuando viene el invierno esto se va arrastrado por las corrientes a morir al río y luego al mar”, comentó Donaldo.
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Según un reporte publicado por El Desarrollo Comunitario (ADECA) en el año 2015, la cuenca del río Grande de Carazo forma parte de la cuenca del Pacífico y abarca una superficie de 32, 425.19 hectáreas, cubriendo aproximadamente un 30 por ciento del área total del departamento, incluyendo los municipios de Jinotepe, Dolores, Santa Teresa y La Conquista.

El río Grande de Carazo nace en el municipio de Santa Teresa en la quebrada conocida como El Pastor, siendo sus principales afluentes El Ojochal, El Bosque, El Cangrejo y el Ticuiche, extendiéndose hacia los riachuelos de Amayitol, Río Limón y La Máquina, todos ellos desembocan en el río La Flor.
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Las sanciones
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Pese a que existe la Ley 559, Ley especial de delitos contra el Medio Ambiente, donde se impone una serie de sanciones contra quienes dañen los ríos, es hasta la fecha y no se tienen registros de personas que paguen por este delito, prueba de eso es la agonía del río por la tala de árboles, basureros clandestinos e instalación de bombas de riegos.
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En el capítulo seis de la ley reza los siguiente: “Las personas naturales o jurídicas que de forma dolosa, sin autorización de la autoridad competente realicen directa o indirectamente, o autoricen y permitan el descargue de materiales químicos, aguas residuales, desechos, contaminantes tóxicos en los suelos, por lo que se ocasione o pueda ocasionar inminentemente daños a la salud, a los recursos naturales, la biodiversidad, calidad del agua o a los ecosistemas en general, se les impondrá una pena de seis meses a cinco años de prisión y multa en córdobas equivalente a un mil y 50 mil dólares, esto sin menoscabo del pago ocasionado a terceros”.
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Cinco años de prisión es lo máximo que impone la ley para quienes contaminen los ríos, pero frente a nuestros ojos, el río considerado el más grande del departamento de Carazo, está muriendo sin que nadie haga nada para salvarlo.