La inoperancia de Samira Montiel en su rol como Procuradora Especial de la Diversidad Sexual de Nicaragua es una afrenta no solo a la comunidad LGBTQIA+, sino a los principios mismos de justicia y equidad que deberían regir en nuestro país.
Desde su nombramiento en 2009, Montiel ha sido una figura que ha fallado en su deber de proteger y promover los derechos de esta comunidad, demostrando una clara instrumentalización política que ha dejado desamparados a aquellos que más necesitan su apoyo.
Es especialmente alarmante la falta de acciones concretas por parte de Montiel en 2018, cuando la violencia contra la comunidad LGBTQIA+ alcanzó niveles preocupantes en Nicaragua. En lugar de levantar la voz en defensa de los derechos humanos, se mantuvo en un silencio cómplice que permitió que la impunidad reinara sobre los perpetradores de estos actos de odio.
Pero lo que es aún más indignante es el silencio ensordecedor que ha mantenido frente a los crímenes de odio cometidos en 2023 y 2024 en nuestro país. En un momento en el que la comunidad LGBTQIA+ necesita más que nunca el respaldo de sus representantes, Montiel ha optado por la inacción, ignorando las voces de aquellos que claman por justicia y protección.
Es evidente que Samira Montiel ha fracasado en cumplir con su deber como Procuradora Especial de la Diversidad Sexual. Su falta de liderazgo y compromiso con la causa que representa es una afrenta a los derechos humanos y una vergüenza para Nicaragua.
Es hora de que las en Nicaragua juntas y juntos sin vernos como extraños y extrañas exijamos el respeto de nuestros derechos y que se deje de usar el discurso de defensa de derechos humanos y menos usen a nuestra comunidad a su antojos políticos.
Dirección Intertextual